lunes, 19 de marzo de 2012

Encuentros literarios

Me gustan nuestras reuniones mensuales del Taller de Narrativa. Los compañeros juntos, reunidos entorno a una mesa con varios cafés, alguna que otra libreta y nuestros escritos, esos que con tanto esmero y cuidado preparamos para la ocasión.
¿Quién nos iba a decir cuando empezamos el curso, allá por el mes de septiembre, que terminaríamos reuniéndonos cada treinta días al finalizar éste? Entonces creo que casi ninguno teníamos muy claro lo que nos íbamos a encontrar allí. No sabíamos cómo serían las clases, tampoco conocíamos a los profesores ni al resto de los alumnos. Todo era nuevo, al menos para mí, y al final terminé llevándome una grata sorpresa. Fueron meses en los que aprendimos bastante, especialmente unos de otros, algo que me llamó la atención desde el principio y que agradezco enormemente.
Somos tan diferentes  y a la vez tan parecidos… Y es que a todos nos une una misma afición, una motivación que nos incita a escribir, a redactar textos para después compartirlos con el grupo. Cada uno tiene su propio estilo, esa forma de escribir que le caracteriza y diferencia de los demás, que hace que, aunque todos escribamos sobre un mismo tema, los resultados finales sean bien distintos. Creo que esto es algo que nos enriquece y que nos ayuda a conocer diferentes puntos de vista sobre un asunto, en definitiva, distintas maneras de ver y entender la realidad.
Recuerdo que al inicio del taller Isabel nos comentó que todos llevamos sobre los hombros  una mochila cargada de vivencias, experiencias que nos influyen a lo largo de nuestra existencia y que, del mismo modo, se reflejan a la hora de escribir. La familia, los amigos, las alegrías y los fracasos experimentados, nuestra preparación o falta de ella… Son aspectos que, consciente o inconscientemente, dejamos entrever en nuestros textos, que se reflejan con nuestras palabras aun sin haberles dado permiso para ello.
Es por todo esto por lo que pienso que, a pesar de conocernos desde hace poco tiempo, cada vez vamos sabiendo más los unos de los otros y nos entendemos mejor. Además, nuestras reuniones van más allá de la narrativa, puesto que terminamos hablando de los temas más diversos y nunca faltan nuestras risas y ocurrencias. Durante un par de horas, que por cierto se pasan volando, nos sumergimos en la literatura. Es curioso comprobar la expectación que se genera entorno a cada uno de nuestros textos, muchos de ellos con finales sorprendentes, y también la forma de leer de cada uno de nosotros.
No quiero extenderme más, simplemente deciros que me alegro mucho de haberos conocido y que nos vemos el miércoles. Por cierto, que espero que esta unión literaria perdure en el tiempo y que, pase lo que pase, no dejéis nunca de escribir, pues sabéis que tenéis talento de sobra, eso ya os lo digo yo. 

2 comentarios:

Ana dijo...

Olé por esta entrada. La vida nos da sorpresas y esta es una de ellas. Yo tampoco imaginé los encuentros de cada mes, y fíjate que la historia va para adelante porque nos une la pasión por las letras, cada unode nuestro padre y nuestra madre, diferentes pero iguales en muchas cosas.Sin embargo todos podemos aprender de todos. Viva la diferencia.

Nos vemos el miércoles.
BESOS.

Pues

Encarni dijo...

Cristina has hecho bien en traer esta entrada aquí, pues nos recuerdad nuestros encuentros, tan buenos que hemos tenido. Comparto la sensación contgo, y creo que con todos/as.

Un beso.