lunes, 30 de abril de 2012

¿POR QUÉ ESCRIBO?


¿POR QUÉ ESCRIBO?

            Un folio en blanco, un bolígrafo en la mano. Y… ¿Ahora qué? Una situación agradable, dolorosa o desesperante, depende del día.

¿Por qué lo hago? Nunca lo he pensado, cómo tampoco me planteo por qué a veces sonrío sin motivo o me inundo de tristeza sin un por qué. Sé que fluyen los pensamientos, se agolpan en mi cabeza, se empujan, van muy deprisa. No pienso, sólo presto mi mano a todo aquello que dentro de mi lucha por salir atropelladamente.

            ¿Por qué escribo? Porque mi dolor se diluye entre las líneas del papel, mi alegría se afianza con los trazos, el olvidado toma forma, los detalles insignificantes se hacen grandes. Porque la fuerza de la palabra escrita es superior a cuando hablamos. Porque mi mirada sobre el mundo es distinta y quiero que los demás la descubran.

            Escribo porque lo necesito. Dentro de mí, algo que no se describir, me empuja a hacerlo. Y si no lo escucho, comienza a girar un carrusel dentro de mi cabeza y su música es cada vez más fuerte. Danza el hombre que está sentado sólo en la parada del autobús y no coge ninguno; los niños que cantan y hablan sin necesitar que alguien los escuche; la tristeza que me ha compartido un amigo, las flores que piso sin ver, las hojas que me acarician cuando se desprenden despacio del árbol que les dio la vida, la dureza en la mirada del que pasa junto a mí en el paso de peatones, los silencios de los mayores, mis anhelos, mis fracasos.

            Todos bailan frenéticamente, sin control. La música cada vez más fuerte, más fuerte… ¡quiero detenerla! Sólo lo consigo cuando mi mano coge el bolígrafo y mis ojos miran el papel. Y comienzan a aparecer sílabas, luego palabras, frases que yo no he decidido escribir. Al terminar lo leo todo y descubro al desconocido. Alguien del carrusel, él que tenía más fuerza, ha conseguido salir. Los demás callan, descansan y esperan una nueva oportunidad.

            Escribo para contar todo lo que no me atrevo a decir de palabra a los que están cerca o lejos de mí. Para que los trazos que se deslizan en el papel a través de mi mano, me ayuden a comprenderme un poco mejor, a entender el mundo por el que discurre mi vida. A inventar historias que tengan corazón y sentimientos.

Creo que escribo para ser un poco más feliz.



                           Alicia Hortelano.


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