jueves, 1 de noviembre de 2012

Aroma de eternidad



Si hay en el mundo una flor que exhale aroma de eternidad, ésa eres tú. El jardín puede que no tenga flores, ni frutos; pero tenía tu cante lleno de semillas y pensamientos, el que inventa cuando ríe.

Así tan tranquilo iba comiendo pipas, sin prisas, sin paraguas,  estaban cayendo chuzos de punta y yo pensando en tí. La señora se me acercó para: tápese, cúbrase, pongase a cubierto, ¡hombre!  que se le han bajado hasta los calcetines… 

Le dí las gracias, cuando me hubiera gustado decirle que el agua del cielo es un crecepelo ecológico y gratuito y que yo la necesito, que la echo de menos. Que con los fríos se me agrieta la piel de las manos, que tengo en mente una novela de trescientas páginas, pero no sé dónde buscar tantas palabras, que cada vez que te siento,  no lo voy a decir.

Y así  fue como abrió su paraguas el arco iris, el único que es capaz de unir el agua y el sol y tus caricias... la calma del alma. Perdóname.

3 comentarios:

San dijo...

Que delicadeza desprenden estas palabras. No se si encontraras las restantes para llenar trescientas páginas, pero por algo se empieza...
Un abrazo.

Encarni dijo...

José Miguel, que bonito texto, Seguro que encuentras esas palabras para rellenar una novela.
Estoy segura.

Un abrazo, y a ver si nos visitas un dia de estos.

Tyrma dijo...

Tus palabras son envolventes y cálidas, desprenden un aroma fresco que te anima a seguir leyendo...sigue, nos nos prives del palcer de tus letras.
Un saludo.

Dos besos para las damas.